Mi madrecita hace ya algunos años se nos fue. Hace ya algunos años no podía saludar, honrar, felicitar desde el fondo de mi corazón a una madre, más allá de las formalidades sociales y familiares, el intercambio de tarjetas a veces frívolas, que solo llevan los parabienes que nos intercambiamos en ocasiones como un gesto mecánico.
Este año algo cambio. Este año un hombre honesto, valiente, noble; un patriota, entrego su vida por la causa de la libertad de Cuba. Orlando Zapata Tamayo.
“Dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”. Lo considero una expresión harto feminista, que encierra cierta “superioridad” pero en este caso, se cumplen ese axioma.
Acabo de colgar el teléfono con Reyna Luisa Tamayo, la mujer que trajo al mundo a nuestro héroe mártir: Orlando Zapata Tamayo. La Madre de un Patriota, La Madre de Cuba.
Conversar con ella, escuchar la fortaleza y el amor que guardan sus palabras, me conmovió hasta las lágrimas. Sentí vergüenza, porque escuche su voz que también se cuajaba en un sollozo y…¡Cómo voy a trasmitir dolor, a revivir las hondas heridas de esta mujer que encierra el temple y el decoro, la modestia y la nobleza de aquellos que están más allá de campañas y discursos!?…Hablamos de muchas cosas…
Me conto Reyna Luisa que están en la casa de las Damas de Blanco, que ya la policía está alrededor de la casa, atenta a lo que sucede en su interior, atenta a los que van y vienen, dispuestas para atacar.
Me dijo, con su manera franca, con esa franqueza que fue gloria del campesino cubano y que ese régimen también ha corrompido haciéndoles integrar el “ejército de especuladores por hambre” que allí están, que saldrán a las calles y que ella, a Reyna Luisa la tendrán que matar para silenciarla porque su camino ya esta trazado.
Me conto Reyna Luisa, para ilustrar la miseria en que vive el pueblo cubano, que este mes solo ha llegado a las bodegas, como único alimento, 4 onzas de chicharos y 4 libras de azúcar. Nada más. Y acto seguido agrega; pero a ellos (a los del régimen) no les falta nada. Ellos viven muy bien mientras el pueblo muere de hambre… Y lamenta: “Todavía el pueblo no termina de despertar” e inmediatamente agrega; “ pero yo espero que despierte pronto”…
La fe mueve montañas y Reyna Luisa es una mujer de fe; fe sin límites en Dios y fe sin límites en nuestro pueblo que aun duerme el sueño de los dopados, a fuerza de mentiras, hambre, represión, cárcel y muerte…
Honrar honra y hoy desde el fondo de mi corazón sé que mi madre, donde quiera que habite su alma blanca, estará contemplándome y diciéndome con esa su sonrisa inteligente y picara; Ya ves cacharrito, Dios provee…
(El poster de Reyna Luisa Tamayo es cortesía del artista cubano en NY Rolando Pulido)
Rose Mary, muy emotivo tu artículo y puedo comprender perfectamente tu emoción porque en una ocasión también hablé con Reyna Luisa Tamayo y sé lo que se siente al hablar con esta dama de hierro, no hay manera de contener la emoción, sus palabras salen de su corazón de madre, que aunque herido, no está derrotado.
ReplyDeleteReyna Luisa es de esas mujeres que no se dan por vencidas, su hijo dio la vida y ella enarboló su bandera, la bandera de la lucha por la libertad y todos los que la hemos escuchado hablar sabemos que no la van a detener.
Verdaderamente conmovedor este post tuyo, Rose Mary, que circunda el amor de una madre de la patria nueva, de un titán de nuestro tiempo, y quien ha tomado la bandera y las armas de su hijo, para convertirlas en estandarte de virtud, en gladiolo de fe y esperanza, que le permita continuar la lucha por la libertad, porque, como dijo Ernest Hemingway, en "El Viejo y el Mar": "un hombre puede ser destruido, pero no derrotado", y la parte del iceberg que vemos, desde la isla, no es la inmensa que se oculta debajo de la faz real de Cuba, llena de miseria, hambruna, represión, cárceles y muerte, una crueldad y despotismo propio de una dictadura despiadada, que aunque intente tratar de mantenerse, cada día se va desmoronando y subiendo la marea, como sucede con el hielo en los polos, que no lo contiene nadie, que no lo puede aguantar ni frenar ningún sistema o turba, por totalitaristas que sean. Lo que se avecina para nuestra patria no lo puede detener nadie, es un iceberg inmenso suelto, como una franja de lava volcánica, surgiendo desde todos lados, que aunque pretendan silenciarlo, no podrán, y por eso tienen miedo, más terror del que tratan de infringir a nuestras Damas del Cambio y a los presos de conciencia, quienes han despertado la voluntad de algunos, pero tenemos que seguir insistiendo en movilizar a un pueblo adormecido, inerte, obnubilado en una doctrina arcaica, que lo está venciendo y arrastrando hasta el infierno de los hielos, petrificando todo intento de vida y libertad. No los dejaremos, amiga, y tanto Reyna, las Damas de Blanco, tú, Miriam de la Vega, y yo, como tantos otros, estamos desbrozando el camino este Día de las Madres, para que ellas sepan que pueden contar con nosotros, y que la hora se acerca, por lo que necesitamos de la entereza y la hidalguía materna y patriótica de Reyna Luisa Tamayo y nuestras Damas de Blanco. Saludos y abrazos, Josán Caballero.
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