Lo peor que cualquier nación padece, se dio cita ayer domingo al llamado de la seguridad del estado cubana en un parque de Miramar, para cometer este acto de ignominia, obscenidad, infamia y sordidez sin límites, que haría palidecer a lo peor de las escorias.
Ayer, la chusma castrista cebó sus bajos instintos durante siete horas, siete interminables horas de acoso y abuso, siete interminables horas de mezquinos ataques que las dignas Damas de Blanco soportaron con estoicismo, en medio de un círculo cerrado por inmundas bestias, que sin permitirles escapar del ataque, las hicieron victimas, no solo de agresiones físicas y verbales matizadas con todo tipo de gestos obscenos y degradantes, sino también, de acoso sexual proveniente de hombres y mujeres.
Este crimen ocurrió ante la mirada inconmovible de los agentes del orden que debieron cumplir con su misión de proteger a la ciudadanía con independencia de sus doctrinas políticas, pero que solo estaban en el lugar en su papel de directores del circo.
Actos de tanto salvajismo e indecoro solo pueden cometerse por regímenes totalitarios como el régimen de la Habana, regímenes que no conocen el respeto por la dignidad humana.
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